Hay que ser responsables con la libertad que algunas opciones virtuales nos ofrecen al invertir.
hoy en día, en nuestro país, diversas casas de Bolsa ofrecen cuentas de inversión en línea, con montos mínimos mucho menores a los requeridos de manera tradicional. La diferencia principal es que uno mismo realiza todas sus operaciones, por Internet, sin ningún tipo de asesoría ni atención personalizada.
Eso puede ser bueno, porque nos permite asumir completa responsabilidad en el manejo de nuestro dinero (la cual también deberíamos asumir aun si contásemos con la guía de algún asesor), pero a la vez, permite que personas que no tienen conocimientos básicos de cómo funciona el mercado de valores empiecen a operar sin saber realmente lo que están haciendo y pierdan, por lo tanto, parte de su patrimonio.
Para tratar de subsanar esto, algunas de estas instituciones ofrecen también algunas herramientas de capacitación, videos o cursos gratuitos (que suelen ser, tristemente, muy básicos).
Otros incluso ofrecen portafolios virtuales para que la gente aprenda el funcionamiento de la plataforma —y del mercado— sin arriesgar su propio dinero. Lo hacen para animar a más gente a abrir una cuenta. Pero, desde mi punto de vista, son esfuerzos que se quedan muy cortos.
De cualquier manera, invertir en línea es algo que todos deberíamos aprender a hacer, para poder incrementar realmente nuestro patrimonio. A continuación algunos consejos:
1 Recuerda que el mayor riesgo es la ignorancia. Antes de empezar, uno debe tener muy claro cómo funciona el mercado, cuál es su naturaleza, qué factores lo mueven. Para esto hay muy buenos libros (aunque la mayoría en inglés) que nos permiten entender la teoría detrás de las inversiones, cómo formar un portafolio y cómo controlar nuestro riesgo. La parte práctica también es importante, a través del uso de simuladores o cuentas virtuales.
Nuevamente: el peor error que comete la gente cuando invierte es hacerlo en mercados o instrumentos que no conoce o comprende. Cuando no entiende en qué se está metiendo realmente, cuáles son los riesgos asociados y el rendimiento potencial.
2 Antes de invertir, debemos tener muy claros nuestros objetivos y horizonte de inversión. Esto significa saber para qué vamos a usar el dinero que estamos invirtiendo y en cuánto tiempo lo vamos a necesitar. No es lo mismo invertir dinero que podríamos necesitar en caso de una emergencia, a invertir dinero que es para nuestro retiro y que no tocaremos en muchísimos años. De esto depende, en gran medida, la forma como lo vamos a invertir, nuestra estrategia y selección de instrumentos que conformarán nuestro portafolio.
3 Elegir nuestro estilo de operación. En general, yo recomiendo a la mayoría de las personas construir un portafolio diversificado, enfocado en su objetivo de inversión. Pero sé que hay mucha gente a la que le gusta hacer trading, entrar y salir del mercado de manera diaria. Ambas opciones son válidas; sin embargo, acarrean riesgos muy distintos. Es fundamental tener claro esto antes de diseñar nuestra estrategia.
4 Diseñar un plan de acción. Invertir no es un juego de azar, como muchas personas piensan. No se trata de saber qué instrumento es el mejor, porque nadie lo sabe. Todos se desempeñan de manera distinta, en diferentes momentos. Por eso es tan importante diversificar. Uno de los errores más frecuentes de los inversionistas novatos es tratar de adivinar o seguir sus corazonadas. O bien, invertir según lo que dicen “los expertos” o tratar de copiar el portafolio de alguien más. Éstos son atajos que nos podrían hacer perder el rumbo y hay que tener muchísimo cuidado.
En realidad, los inversionistas exitosos son aquellos que tienen una buena razón para comprar un instrumento e incorporarlo en su portafolio. Saben cómo afecta la composición y riesgo del mismo, así como su rendimiento potencial. Esto es aún más importante a la hora de vender.
Pero además, quienes siguen a las masas suelen hacerlo de manera contraintuitiva. Terminan entrando al mercado o comprando aquellos instrumentos que ya subieron mucho —y que, por lo tanto, están caros. Cuando empiezan a bajar de precio, primero tratan de justificarlo. Si la baja es pronunciada, entonces se asustan y venden, como todos, pero tarde: en el peor momento. Esto es justo lo contrario a lo que deberíamos, racionalmente, hacer: comprar un instrumento cuando está barato y venderlo cuando está caro. ¿No es así?